En los últimos años, el mundo ha presenciado un preocupante aumento en el uso y abuso de los opioides.
Aunque los opioides se han utilizado durante siglos para tratar el dolor, la aparición de los opioides sintéticos ha introducido una dimensión nueva y peligrosa a esta clase de drogas.
Este artículo tiene como objetivo arrojar luz sobre los opioides sintéticos, sus características, usos y los riesgos asociados.
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Comprendiendo los opioides sintéticos
Los opioides sintéticos, como su nombre indica, son sustancias fabricadas por el ser humano que imitan los efectos de los opioides naturales.
Mientras que los opioides naturales se derivan de la planta de adormidera, los opioides sintéticos se fabrican completamente en laboratorios. Estas drogas están diseñadas para interactuar con los receptores opioides en el cerebro, produciendo alivio del dolor y efectos eufóricos.
El uso médico principal de los opioides sintéticos es el manejo del dolor grave y crónico. Sin embargo, su potencia supera la de los opioides naturales, lo que los hace altamente adictivos y peligrosos cuando se abusan o se utilizan incorrectamente.
Tipos de opioides sintéticos
Existen numerosos opioides sintéticos disponibles en el mercado, algunos de los cuales incluyen:
1. Fentanilo
El fentanilo es uno de los opioides sintéticos más potentes disponibles. Se estima que es hasta 100 veces más fuerte que la morfina y se utiliza comúnmente en entornos médicos, especialmente para la anestesia.
Sin embargo, el fentanilo fabricado ilícitamente ha desempeñado un papel importante en el reciente aumento de las sobredosis y muertes relacionadas con los opioides.
2. Tramadol
El tramadol es utilizado para el manejo del dolor moderado a grave. Aunque menos potente que el fentanilo, todavía conlleva un riesgo de dependencia y abuso. La combinación de tramadol con otras sustancias, especialmente alcohol o sedantes, puede ser mortal.
3. Metadona
La metadona, aunque se utiliza principalmente como tratamiento asistido por medicación para la adicción a los opioides, también es un opioide sintético.
Ayuda a reducir los síntomas de abstinencia y los antojos, permitiendo que las personas recuperen el control sobre sus vidas. Sin embargo, la metadona todavía puede ser adictiva y requiere una supervisión médica cuidadosa.
Los riesgos y peligros de los Opioides sintéticos
El mal uso y abuso de ellos plantean varios riesgos para las personas y la sociedad en su conjunto. Algunos de estos riesgos incluyen:
1. Adicción
Son altamente adictivos debido a sus efectos potentes en el sistema de recompensa del cerebro. El uso prolongado puede llevar a dependencia tanto física como psicológica, lo que dificulta enormemente dejarlos sin ayuda profesional.
2. Sobredosis
Debido a su alta potencia, las sobredosis accidentales son frecuentes entre los usuarios de opioides sintéticos. El riesgo se agrava aún más cuando las personas consumen opioides falsificados o fabricados ilícitamente, como el fentanilo, sin saberlo.
3. Consecuencias para la salud
El uso repetido de opioides sintéticos puede provocar una serie de problemas de salud, que incluyen: depresión respiratoria, estreñimiento, disminución de la frecuencia cardíaca e incluso la muerte.
4. Impacto social
La crisis de los opioides ha tenido importantes repercusiones sociales, sobrecargando los sistemas de atención médica, cargando a las familias y aumentando las tasas de criminalidad.
Además, ha llevado a un aumento en la transmisión de enfermedades infecciosas, como: el VIH y la hepatitis C, a través del intercambio de agujas entre los usuarios.
Los opioides sintéticos han cambiado indudablemente el panorama del uso de opioides, muchas veces para peor.
Si bien desempeñan un papel vital en el manejo del dolor cuando se utilizan correctamente, su mal uso y abuso han dado lugar a una devastadora crisis de salud pública.
Reconocer los riesgos asociados con los opioides sintéticos y crear conciencia sobre sus peligros es crucial para combatir esta creciente epidemia.
Los esfuerzos deben centrarse en implementar medidas preventivas efectivas, proporcionar opciones de tratamiento accesibles y promover la educación para garantizar que las personas y las comunidades comprendan los riesgos, consecuencias y los recursos disponibles para abordar este problema alarmante.